Hace unos días tuve que grabar unos videos para un reportaje que salió en televisión (aquí te dejo el video), lo cual, además de recordarme escribir este post, una vez más me hizo estar frente a frente con este tema que la mayoría del tiempo trato de ignorar. El principio es muy fácil de entender ya que es lo mismo para todos. Y es que, al vivir con una cámara en primera persona (es decir, que no nos vemos a nosotros mismos, sino lo que hacemos y, de cierta forma, lo que pensamos), es normal que nos formemos una idea acerca de nosotros, pero que al mismo tiempo no seamos conscientes de nosotros.

Permíteme ponerlo más claro con un ejemplo: Ahorita mismo (en mi tiempo) estoy escribiendo y sólo pienso en el acto en general, pero no tomo en cuenta mi persona. Por eso, al grabarme y verme escribiendo, hay un choque de ideas. Esto le puede pasar a cualquiera, el que tu concepto de ti mismo no concuerde en un espejo, para bien o para mal. Pero cuando se tiene una discapacidad todo va un paso más allá, al menos en mi caso.

Y es que siempre busco pensar en mí como “una persona más”; no uso una laptop con el pie, simplemente uso una laptop; no lucho para acomodarme, simplemente me acomodo; no tengo movimientos involuntarios, simplemente es un día más. Por eso es duro que un espejo, una foto o un video me muestre su idea de mí mismo, ver una imagen que rompa con el concepto que trato de tener es difícil.

No me malinterpretes, esto no es cosa de autoestima, seguridad o, incluso, vanidad. Ni mucho menos trato de negar o huir de la realidad. Es un obstáculo más que hay que vencer para tener una idea adecuada de mí mismo. No me rehusé a grabar, no escondo mis fotos, no me avergüenzo de quien soy. Creo que siempre se puede salir adelante, seguir avanzando, que ningún problema tiene la capacidad de detenernos si no se la damos.

¿Entonces siempre te atreves a tratar de ligar cuando ves a una chica que te guste?

¡Cállate!