Si tuviera que describir la discapacidad en muy pocas palabras, una de ellas sería “complicada”. Esto no se debe a la ciencia detrás de ella o a la dificultad que le añade a la vida, sino a algo mucho más cruel. Creo que todos tenemos la necesidad de tener amigos, personas con las que podamos platicar y pasar un buen rato, y si bien hace un tiempo les hablé de lo importantes que son para mí, en el fondo sé que es difícil ser mis amigos.

Esto no es porque yo sea muy cerrado o selectivo para hacer una nueva amistad, tampoco es porque la mayoría no se anima o no sabe cómo empezar a relacionarse conmigo. Más bien me refiero a que, una vez siendo mis amigos, hay más “exigencias” de lo normal. Desde pasar por mí, cargarme, lidiar con las preocupaciones de mi mamá o darme de comer; sé que no es fácil tenerme como amigo.

Una de mis mejores amigas tenía una cafetería (muy buena, por cierto) donde acostumbraba ir cada dos o tres semanas y ella me recibía con mucho gusto. Si bien llegaban clientes y a veces se juntaban una buena cantidad de pedidos, siempre estaba al pendiente de mí, cuando había ratos libres platicábamos, y en la noche me daba de cenar. Incluso me invitaba cuando tenía algún evento especial, sabiendo que, de cierta manera, además del trabajo que el evento supondría, se tendría que hacer cargo de mí.

Pongo este ejemplo, pero en realidad hay muchos más: desde amigos que me reciben en sus casas, hasta amigos que vienen para que no me quede solo cuando mi mamá tiene que salir. Sin duda, la familia hace muchísimo por nosotros, y al menos yo no sería nada sin ellos; pero los amigos aceptan con gusto responsabilidades que no les corresponden, siempre están ahí para ayudar desinteresadamente, brindando un apoyo y un trato que muy difícilmente se encontraría en otro lugar, incluso pagando.

Hay poco que puedo decir acerca de esto sin entrar en otro tema del que hablaré más adelante. Sólo quería que supieran que siempre soy consciente de lo mucho que mis amigos me ayudan y hacen por mí. Créeme, si estás del otro lado y tienes un amigo con alguna discapacidad, aunque a veces sea “pesado” estar o salir con él, o incluso tratar de incluirlo en tus planes, ten por seguro que nota cada detalle que le das, cada esfuerzo, cada cosa que haces con una sonrisa y que no tendrías que hacer con otra persona, y te agradece desde el fondo de su corazón por todo ello.