“¿Qué te detiene?” “¿Por qué no eres feliz?” Me encantaría hacerle estas dos preguntas a tantas personas. Creo que sin duda es bueno tener ambición, siempre aspirar a más, pero me parece que a veces se confunde con prisa y, sobre todo, con desprecio. Y no, no me refiero a la típica persona que, por su éxito o la búsqueda de éste, trata mal a los demás. Más bien hablo de no valorar, agradecer ni disfrutar lo que se tiene.
De nuevo, sin caer en el cliché de “tengo una discapacidad y por eso mi vida es peor que la tuya”, déjame invitarte un rato a mi día a día. Creo que he perdido la cuenta de cuántas cosas me gustaría hacer, y es que, si llevara una lista, probablemente sólo crecería. Desde cosas triviales como los videojuegos, hay varios que me encantan y sólo me queda ver a otros jugarlos. El que algo me guste y lo pueda hacer es un evento casi mítico.
A decir verdad, creo que no hay día en el que, aunque sea por un momento, no me imagine jugando fútbol en el parque tan poco cuidado que está cerca de mi casa; correr, tocar el balón, patearlo… Cosas que tal vez tú des por hecho, para mí sólo pueden ser un sueño. Aun así, cada día me levanto con la idea de, sea lo que sea que haga, disfrutar al máximo. No importa si sólo me la paso viendo YouTube, series y películas, o si, después de incluso semanas, puedo salir a algún lugar, siempre trato de disfrutar mi hoy, que es lo único que nadie me puede quitar.
Si te gusta algo, hazlo. Aprovecha, disfruta y valora lo que puedes hacer. Vive hoy, en el único tiempo que existe, dale like a este post, no le vayas al América y, sobre todo, sé feliz con lo que tienes.